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Ignacio de Loyola: el pedagogo que no sabía que lo era
Militar, aventurero, vagabundo, mendicante, galante caballero de la corte, fundador de la orden jesuita y hasta santo de la Iglesia Católica, pero... ¿pedagogo? ¿Puede considerarse a Ignacio de Loyola un experto en enseñanza?

Ciertamente, Ignacio tuvo un inmenso contacto con la educación. Sus estadías universitarias, primero en la Universidad de Alcalá, seguida de sus experiencias en Salamanca y París, donde alcanzó el grado de Maestro en Filosofía, demuestran la importancia que este primer jesuita brindaba al aprendizaje formal.
Sin embargo, la gran invención pedagógica de Ignacio tenía un origen más remoto, uno que nació en una cueva cercana al poblado de Cardoner. Nos referimos, por supuesto, a los ejercicios espirituales.
De acuerdo con el sitio Jesuitas México, los ejercicios espirituales son:
[...]una serie de meditaciones y contemplaciones que tienen como objetivo descubrir cuál es la voluntad de Dios para su vida a quien los realice. Los Ejercicios Espirituales han sido una pieza fundamental en la Espiritualidad Ignaciana y son, sobre todo, una experiencia.
En ese sentido, es evidente que San Ignacio buscaba, a través de esta serie de reflexiones, un contacto con la divinidad que brindara respuestas vitales.

Sin embargo, años después, y dado que Ignacio describió con precisión los pasos a seguir en esta actividad –que marca un antes y después en la vida de muchos– la orden jesuita entendió que, a partir de los ejercicios, podía generarse un modelo que debía trascender a las aulas: el paradigma pedagógico ignaciano.
De acuerdo con el padre Luis Fernando Granados, S.J.:
[...] es un proceso, consciente y dinámico, que se realiza en cinco etapas, sucesivas y simultáneas, donde cada una de ellas se integra con las demás, de tal manera, que se afectan e interactúan durante todo su desarrollo.
¿Y cuáles son esos cinco momentos? Para concluir, las enumeramos y explicamos brevemente. No te pierdas la próxima entrega de #juevespedagógico.
Contexto
Reconocer el entorno (familiar, social, cultural) del estudiante para saber la situación en la cual se encuentra y entender el impacto que estas realidades tienen en su aprendizaje.
Experiencia
Enfrentar al estudiante a nuevos conocimientos o conceptos involucrando en el proceso de aprendizaje la mente, los sentidos y las emociones, evitando limitarlos a una simple reproducción memorística de las cosas.
Reflexión
Implica la comprensión profunda de un tema, entendiendo el porqué y el para qué de lo que se aprende, brindando un espacio de empatía, libertad y respeto que permitan a los estudiantes generar sus propias opiniones.
Acción
La toma de decisión del estudiante para actuar en conformidad con las nuevas convicciones generadas a partir de la experiencia. Por ejemplo, que un estudiante elija carreras orientadas al área humanística a raíz de una experiencia positiva de servicio social.
Evaluación
Un análisis periódico de los avances tanto académicos como personales, entendiendo que la formación va más allá de la generación de conocimientos sino del desarrollo integral de las personas que les permitan ser hombres y mujeres para los demás.